Autor Original: Adrián Rogers
Abstracto: Producido por los editores de este website
El Señor nos llamo para ser libres y para tener libertad en todas las áreas de nuestras vidas. Satanás (por otro lado) al no poder evitar de que nosotros seamos salvos, tratará por lo menos de tenernos en esclavitud. Esto fue exactamente lo que hizo con los cristianos de Galacia.
Por esta razón, San Pablo trata de corregirlos de una forma no muy diplomática: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3: 1-3).
Cuando habla de la carne, el apóstol no estaba hablando de nuestro cuerpo, sino de nuestra naturaleza Adánica, pues muchos de nosotros tratamos de ser buenos o perfectos para que Dios Todopoderoso nos reciba y acepte. Muchos de nosotros podemos pensar que solo siendo perfectos o guardando los mandamientos Dios nos va a aceptar como sus hijos. Pero Pablo estaba aquí para corregir esa falacia. Aquí estaba evidentemente desafiando a los gálatas. La pregunta clave era: ¿Se salvaron por guardar los Diez Mandamientos o por confiar en Jesucristo?
Ahora bien, otra pregunta importante ¿Qué es el perfeccionismo? El Pastor Rogers lo define como “el juzgarse a sí mismo en base a sus logros.” En otras palabras, es cuando uno mide el valor de su persona en términos de productividad y logros — cuando uno se esfuerza por alanzar mentas inalcanzables, sin nunca poderlas alcanzar. Por eso uno nunca se podrá sentir satisfecho. Las palabras claves de un perfeccionista son: “Yo debo, yo tengo, yo debería”.
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