— Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».
— Nueva Traducción Viviente (NTV)
DIOS siempre toca nuestras puertas bajo diferentes e incomprensibles formas que ÉL tiene. Por ello es que vino JESUCRISTO; para que todos podamos disfrutar del tiempo que podamos pasar con nuestro Padre Celestial; reconciliarnos con ÉL buscando santidad, y disfrutar así de todas las cosas que por medio de ÉL fueron hechas.
En esta vida siempre vamos a tener momentos de confusión. Momentos en que no sabemos que decidir y como tenemos que hacer para que las cosas nos salgan mejor, de una forma más correcta. Momentos en donde una tristeza nos embarga sin saber exactamente el porque. Quizás sea el resultado de los uno y los mil pensamientos que vienen a nuestra mente acerca de esa decisión que tenemos que tomar. A veces quisiéramos que las cosas fueran un poquito más fáciles y claras, anhelando por ejemplo una respuesta directa de Dios para confirmándonos lo que tenemos que hacer, pero en muchas ocasiones simplemente tendremos que saber interpretar en silencio la respuesta que Dios nos da.
Son en esos momentos en donde nos sentimos confundidos, cuando podemos estar aún tristes o sin fuerzas, allí es donde quisiéramos que todo fuera más claro y saber qué hacer con exactitud. En este tipo de situaciones, lo más recomendable es acercarnos a nuestro DIOS, tener una relación personal con CRISTO JESÚS, y pedirle la sabiduría que viene del Santísimo Espíritu de Dios para empezar a tomar decisiones realmente sabias, y poder a partir de ese momento, arrepentirnos de nuestras faltas y transgresiones. Aprendamos entonces a caminar de la mano con nuestro glorioso Creador, el eterno “Yo Soy”, y ya nunca más hacer la voluntad de los hombres, y ya nunca más justificar nuestras acciones por encima de la voluntad y la ley de Dios.
De esta manera entraremos en el gozo de la comunión con Dios en todo momento. ¡Por favor entendamos esto! Es necesario vernos a nosotros mismos como hijos suyos; agradecer el regalo de nuestra salvación; aceptar que la vida sin Dios realmente no tiene ningún sentido, y así en forma diaria podremos madurar en sus caminos. No debemos de acordarnos de ÉL solamente cuando hay circunstancias extremas que nos depara la vida, y después, así tan igual como estas van pasando, también rápidamente pasemos a olvidarnos de Dios, desatendiendo nuestra comunión con el Santísimo Dios.
Recuerden que cuando nos deleitamos con Dios; cuando doblamos nuestras rodillas en oración y nos concentramos enteramente para encontrarnos con Él; entonces allí es donde surgen las respuestas. Allí en donde las ideas se aclaran y nuestros oídos se sensibilizan a su voz, a su voluntad, y entonces, es allí, en donde vamos a encontrar la respuesta que necesitábamos.
Ya no luchemos más solos, como si estuviéramos solos. Ya no sigamos más pensando por nosotros mismos, cómo si nosotros mismos supiéramos más que el Omnisciente. En vez de gastar demasiado tiempo pensando y preocupándonos en que debemos de hacer en el día de mañana, o que decisiones tenemos que tomar en determinadas circunstancias, ¿Por qué en lugar de ello no buscamos más bien un buen tiempo para estar a solas con Dios en oración?
Piensa que realmente lo necesitaremos siempre. Hablemos entonces con Dios en oración. En las malas, sí, pero aun también en las buenas.
Jorge Carbajal
Copyright © Jorge Carbajal, Lima, Perú. Publicado con el permiso del autor.